El Festival se acabó. Hoy, martes, parece que hace un siglo de la clausura. Un fin de fiesta que opté por celebrar fuera de todo sarao festivalero, en compañía de mis amigos, bailando como una loca de madrugada.
El domingo lo pasé practicando uno de mis deportes favoritos: "sofing". Leer, escuchar música, mirar al techo, dejar pasar las horas, zapear en la tele y terminar la velada con otra buena película (Comes a horseman, de Alan J. Pakula). Me acerqué al ordenador lo justo para remitir mis últimos informes y leer los mensajes de los más allegados. Maravilla de domingo.
Y ahora, vuelta a la rutina oficinera, haciendo balance de lo bueno que ha sido mi ciclo. La calidad artística estaba totalmente asegurada; la calidad de las copias que han estado presentes en Donostia ha sido buena. Apenas ha habido incidencias y el éxito de público ha sido notorio. He disfrutado como nunca descubriendo joyitas (Something for the birds, por ejemplo), revisitando otras (West Side story, Somebody up there likes me, Two for the seesaw) y compartiendo sesiones de cine clásico con mis buenos amigos (The house on Telegraph Hill). No puede haber mejor homenaje a Robert Wise que el aplauso y el entusiasmo del público en Donostia.
El domingo lo pasé practicando uno de mis deportes favoritos: "sofing". Leer, escuchar música, mirar al techo, dejar pasar las horas, zapear en la tele y terminar la velada con otra buena película (Comes a horseman, de Alan J. Pakula). Me acerqué al ordenador lo justo para remitir mis últimos informes y leer los mensajes de los más allegados. Maravilla de domingo.
Y ahora, vuelta a la rutina oficinera, haciendo balance de lo bueno que ha sido mi ciclo. La calidad artística estaba totalmente asegurada; la calidad de las copias que han estado presentes en Donostia ha sido buena. Apenas ha habido incidencias y el éxito de público ha sido notorio. He disfrutado como nunca descubriendo joyitas (Something for the birds, por ejemplo), revisitando otras (West Side story, Somebody up there likes me, Two for the seesaw) y compartiendo sesiones de cine clásico con mis buenos amigos (The house on Telegraph Hill). No puede haber mejor homenaje a Robert Wise que el aplauso y el entusiasmo del público en Donostia.
Echo de menos a la gente, mira por dónde. Compartí con Martin Pawley uno de los momentos más emocionantes desde la primera fila del Príncipe 2, cantando juntos todas y cada una de las canciones de Bernstein y Sondheim y alucinando con la brillantez de la puesta en escena de West Side Story, que por primera vez veíamos en una sala de cine (es uno de los problemas de nuestra generación, que nos hemos perdido el mejor cine de todos y que ahora ya casi ni la televisión lo recupera como es debido).
Los currelas de Sutbitula'm, una vez más, lo han dado todo por el festival. Qué gente más maja, y qué aguante tienen, cuatro, cinco películas al día con el portátil sobre las piernas, con la oreja bien pegada a los diálogos y los ojos a las traducciones, dando miles de golpecitos a la tecla "enter" para que el público pudiera disfrutar de versiones originales subtituladas en el momento. Y es que hay películas "castaña" que hay que aguantar, señores, había que ver la cara de Iván, que pedía a gritos una buena dosis de cafeína mientras lanzaba los textos de The Andromeda Strain. Un saludo desde aquí a todos, Santi, Alfredo, Marta, Inma, Kike, Bea, Ricardo, Lucía, Ernesto... me dejo algún nombre, es injusto...
A los que veré más a menudo es a los chicos del Príncipe. En breve volveremos a las sesiones comerciales, a sentarnos en las butacas y no a acampar en ellas, que poco más y me llevo el saco de dormir. Tan a gusto se siente una en esas salas. Y tardaremos un año en encontrarnos con la gente de Filmoteca Española. Álvaro, que trabaja La casa encendida en Madrid, ha estado abonado a mi ciclo, como operador de la 2. De la filmo estaban en moviola Jorge, Luis, Javier; Daniel en montaje. Y del mundo del vídeo y del cine aparece por ahí Leire, legendaria donde las haya, poniendo orden en montaje y chárcena junto con Lina, con su precioso acento argentino. Uxue, Amaia, Marina... son caras que veré por Donostia de vez en cuando, como la de mis compañeros de ciclos, Esther y César; Julia volvió a Berlín, pero en un par de pestañeos volverá por estos lares a trabajar en el Festival de Jazz. Más arriba, Alfonso, Ana y Arantza nos apoyaban e informaban de todo. Lo que ha cambiado Internet la forma de trabajar en el festi...
En resumen, un festival es un trabajo de equipo, muchas más personas que las mencionadas en este artículo. Cientos. Cada uno con su cometido específico. Nosotros teníamos el objetivo de que las proyecciones de nuestros ciclos se desarrollaran sin problemas. Y así ha sido. En un certamen en el que en diez días hay cientos de sesiones puede pasar de todo, es inevitable. Pero el público responde, y ése es nuestra auténtica concha de oro.
Los currelas de Sutbitula'm, una vez más, lo han dado todo por el festival. Qué gente más maja, y qué aguante tienen, cuatro, cinco películas al día con el portátil sobre las piernas, con la oreja bien pegada a los diálogos y los ojos a las traducciones, dando miles de golpecitos a la tecla "enter" para que el público pudiera disfrutar de versiones originales subtituladas en el momento. Y es que hay películas "castaña" que hay que aguantar, señores, había que ver la cara de Iván, que pedía a gritos una buena dosis de cafeína mientras lanzaba los textos de The Andromeda Strain. Un saludo desde aquí a todos, Santi, Alfredo, Marta, Inma, Kike, Bea, Ricardo, Lucía, Ernesto... me dejo algún nombre, es injusto...
A los que veré más a menudo es a los chicos del Príncipe. En breve volveremos a las sesiones comerciales, a sentarnos en las butacas y no a acampar en ellas, que poco más y me llevo el saco de dormir. Tan a gusto se siente una en esas salas. Y tardaremos un año en encontrarnos con la gente de Filmoteca Española. Álvaro, que trabaja La casa encendida en Madrid, ha estado abonado a mi ciclo, como operador de la 2. De la filmo estaban en moviola Jorge, Luis, Javier; Daniel en montaje. Y del mundo del vídeo y del cine aparece por ahí Leire, legendaria donde las haya, poniendo orden en montaje y chárcena junto con Lina, con su precioso acento argentino. Uxue, Amaia, Marina... son caras que veré por Donostia de vez en cuando, como la de mis compañeros de ciclos, Esther y César; Julia volvió a Berlín, pero en un par de pestañeos volverá por estos lares a trabajar en el Festival de Jazz. Más arriba, Alfonso, Ana y Arantza nos apoyaban e informaban de todo. Lo que ha cambiado Internet la forma de trabajar en el festi...
En resumen, un festival es un trabajo de equipo, muchas más personas que las mencionadas en este artículo. Cientos. Cada uno con su cometido específico. Nosotros teníamos el objetivo de que las proyecciones de nuestros ciclos se desarrollaran sin problemas. Y así ha sido. En un certamen en el que en diez días hay cientos de sesiones puede pasar de todo, es inevitable. Pero el público responde, y ése es nuestra auténtica concha de oro.